La disputa en torno a las elecciones venezolanas está forzando a los gobiernos latinoamericanos a tomar partido, inclinándose cada vez más por los principios democráticos que por las afinidades ideológicas.
Hasta ahora, solo los gobiernos de Cuba y Nicaragua han ofrecido un respaldo incondicional al régimen de Nicolás Maduro. En contraste, Honduras y Bolivia felicitaron al presidente venezolano, pero aclararon que su reconocimiento fue meramente protocolario tras enfrentar críticas de la oposición. Por otro lado, Perú se alineó con la oposición venezolana, liderada por Edmundo González Urrutia. Varios otros países, aunque no tan decisivos, también presionan, incluso desde posiciones de izquierda, exigiendo que Caracas publique las actas electorales y permita una revisión transparente de los resultados.
Una «división saludable» en la izquierda
El historiador y analista Daniel Aurelio Parodi, de la Universidad de Lima, observa una fragmentación creciente en la izquierda global. Según Parodi, esta se divide en dos corrientes: una que sigue siendo radical y autoritaria, y otra que ha evolucionado hacia la socialdemocracia y agendas culturales progresistas. Esta disyuntiva también se refleja en América Latina.
«Lo que estamos viendo en Colombia con Gustavo Petro, en Brasil con Lula da Silva, y en Chile con Gabriel Boric, es una toma de distancia respecto al régimen autoritario de Maduro», afirma Parodi. «Estamos ante una división constructiva dentro de la izquierda latinoamericana, donde la mayoría de los países de izquierda democrática se han unido a los liberales democráticos en condenar la dictadura de Maduro y el presunto fraude electoral.»
Democracia frente a autocracia
Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia en la Universidad del Rosario en Colombia, sostiene que la actitud del régimen venezolano fuerza a los países a adoptar posiciones basadas en principios democráticos, aunque haya matices. «Es difícil defender al régimen venezolano, ya que no ha presentado resultados creíbles y, a pesar de ello, ha proclamado a Maduro como vencedor, lo que resulta injustificable bajo cualquier estándar democrático», afirma Basset. Según él, la disyuntiva es más sobre democracia versus autocracia que sobre afinidades ideológicas. Destaca que gobiernos de diferentes orientaciones políticas, como el de Argentina y el de Chile, han tomado una posición firme, mientras que otros gobiernos de izquierda han sido más reservados.
Basset también señala que, en el caso de El Salvador, apoyado por gobiernos de derecha con cuestionamientos a los derechos humanos y a la democracia, persisten cálculos políticos e ideológicos en las reacciones de los gobiernos latinoamericanos.
La ausencia de un centro moderado
Parodi contextualiza la situación en un marco global. «Estamos viendo la formación de un nuevo escenario en el que se enfrentan conservadores y progresistas, más que las tradicionales divisiones de derechas e izquierdas del siglo XX», observa. Destaca que la izquierda progresista se inclina hacia la democracia. «Vivimos en un mundo post-Guerra Fría, en el que la izquierda autoritaria ha reducido su influencia en América Latina.»
Sin embargo, Parodi advierte sobre la escasez de un centro moderado en el panorama político. «Tanto conservadores como progresistas muestran poca disposición al diálogo. La polarización política global está dejando un vacío en el centro, donde se valoraban el republicanismo y la democracia.»
Impacto en América Latina
La situación en Venezuela sigue siendo crítica, y la región permanece en alerta ante las posibles consecuencias. Parodi plantea tres preguntas clave: ¿Podrá Maduro mantenerse en el poder? Si lo logra, ¿provocará una nueva oleada migratoria? Y, en ese caso, ¿cómo manejarán los países vecinos una migración masiva? A estas preguntas aún no hay respuestas definitivas.
Para Basset, el panorama es especialmente complicado para Colombia, que ha apostado por normalizar relaciones con Venezuela. En Venezuela, el futuro es igualmente incierto: «Si Maduro se mantiene en el poder, es probable que endurezca su postura y deje a la oposición aún más marginada», advierte.
El historiador Parodi también es pesimista. «En América Latina, las dictaduras suelen volverse más represivas a medida que se sienten acorraladas. La reciente expulsión de embajadores y la ruptura de relaciones internacionales reflejan una Venezuela cada vez más aislada en la arena internacional. El escenario que se avecina es extremadamente complejo», concluye.