Aunque comúnmente el chisme se percibe como una actividad desagradable y se mira con cierto recelo, un reciente estudio sugiere que esta práctica podría tener un impacto positivo en la sociedad al fomentar la cooperación y disuadir el comportamiento egoísta.
Científicos llevaron a cabo una investigación, cuyos resultados fueron publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences, donde exploraron la posibilidad de que el chisme haya representado una ventaja adaptativa en las comunidades primitivas de nuestros ancestros. Según los investigadores, el chisme habría servido como un mecanismo crucial para la transmisión de información en esos entornos sociales.
El estudio empleó un modelo de teoría de juegos evolutivo para simular la toma de decisiones humanas. Al combinar principios de biología evolutiva y teoría de juegos, los investigadores observaron que el 90% de los sujetos virtuales se volvieron chismosos al final de la simulación. Este fenómeno mostró cómo los participantes virtualmente alteraban estrategias para recibir recompensas al interactuar entre sí.
Los científicos sugieren que el chisme evolucionó como un mecanismo para la difusión de la reputación y la disuasión del egoísmo, desempeñando así una función social significativa. Al conocer la reputación de los demás a través del chisme, las personas tienden a comportarse de manera más cooperativa para mejorar su propia reputación.
Dana Nau, coautora del estudio y profesora de la Universidad de Maryland, destacó que el chisme puede ser una herramienta útil para evaluar la confiabilidad de las personas, ya que aquellos que conocen el comportamiento ético de otros tienden a cooperar más.
En este contexto, el chisme actuaba como un medio para compartir información sobre posibles amenazas, alianzas estratégicas y la reputación de los miembros del grupo, contribuyendo al desarrollo de normas sociales y la regulación del comportamiento.
Aunque los resultados sugieren que el chisme pudo haber desempeñado un papel crucial en la evolución humana, los investigadores señalan que en la sociedad actual puede tener efectos negativos, ya que la información puede distorsionarse o utilizarse de manera perjudicial. Por lo tanto, instan a abordar la práctica del chisme de manera ética y reflexiva en el contexto contemporáneo.
En conclusión, el estudio desafía la percepción convencional del chisme como una actividad frívola y negativa, demostrando que, desde una perspectiva evolutiva, ser chismoso podría haber sido una herramienta vital para la supervivencia y la cohesión social.
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